martes, 10 de mayo de 2011

Cleta, la turra adolescente, volumen 7: Cleta la talibana.

Cris mira hacia el jardín a través de la ventana de su biblioteca. Piensa un momento y sigue escribiendo la sinopsis del discurso que dará mañana.
El sol que atraviesa los cristales ilumina el mechón rojizo que acaricia su frente...
Quién fuera bolígrafo, para que sus dedos angelicales se posen delicadamente sobre uno?
Quién fuera papel, Para que su divino pulso desgrane sobre mí las palabras que seguramente le dicta el alma?....

(En esta parte, el escritor se queda absorto, divagando entre suspiros. Por lo tanto, es necesario aplicarle un leve soplamoco en la nuca para despertarlo de su embelezo)

Suena un celular (ring tone de una canción de Barragán)

"-Bfablo guon la feñora ve enfrente", dice Mauricia,con una voz gutural, evidentemente finjida.
"-Salí tarada!"(se oye apenas por atrás)"A vos no se te entiende un pomo! Dame, dame el celu!"
"-Hola. Quién habla?", pregunta Cristina.
"-Señora Cristina?", dice otra voz, esforzándose por disfrazarse de un tono grave.
"-Con ella habla. Quién es?"
"-Le aviso que secuestramos a su hermana Cleta (se oyen risitas de atrás). Si no nos paga un  millón de pesos, se la devolvemos en una bolsita de 47 street (risitas)"
"-Pero, quién habla? qué dice?", exclama Cris, impaciente.
"-Lo que oyó. Queremos un millón de pesos. Si no, matamos a su hermanita, le aplicamos ejercicios de reanimación y después la matamos de nuevo (más risitas)"
"-Pero...usted tiene idea de con quién está hablando?"
"-Silencio!. Ponga la plata en una valija y déjela en el puente de Rolón que cruza la panamericana. Tiene dos horas. Si no: Ñácate!"
Cortó.

En ese instante, Florencio entra al despacho.
"-Qué cara de preocupada Cris. Quién era?"
"-Eran Cleta y sus amiguitas, haciendo bromas. Me tiene podrida esa piba"

Mientras tanto, en la casa de Huga Biolcatta, el trío de arpías se regodea en su nueva crapulencia.
"-Ja ja ja! Cayó como una yegua!", vocifera alegremente Huga.
"-Feug buna ifdea gebnial!", balbucea Mauricia.
"-Quisiera haberle visto la cara de preocupación. Se lo merece por.....por ser tan perfecta", exclama Cleta.

".Bueno, no nos durmamos en los laureles", dice Huga. "Vamos a buscar la guita".
"-Si, vamos, vamos", se entusiasma Cleta, poniéndose de pie y encarando hacia la puerta.
"-Qué hacés tarada?", la frena en seco Huga.
Cleta la mira con cara de "yo no fuí".
"-No podés ir así para que reconozcan. Toda las fuerzas de seguridad te deben estar buscando, atolondrada. Tenemos que disfrazarnos"
"-Fi! Gué gbuena ifdea", farfulla Mauricia.

Huga extrae del placard algunas ropas.También sustrae una caja con barbas y bigotes postizos y elementos de maquillaje.

"-Con estas túnicas vamos a pasar desapercibidas. Como no contamos con pelucas, podemos hacer turbantes con estos vestidos viejos"
Al cabo de un rato, Huga le daba los últims toques a las barbas falsas de Cleta y de Mauricia.
"-Este pegamento es buenísimo. Hay que untar bastante para que no se nos caigan los postizos en plena transacción. Le puse un poco a los turbantes también. Y vos Mauricia, no te vayas a tragar el bigote".
"-Esta barba me pica", solloza Cleta, jalándose del mentón."Y no me la puedo sacar. Qué pegamento es éste? Pega más que la Caamaño"
"-Poxipol", responde Huga. "Pero no te preocupes, con un poco de agua hirviendo sale".

Minutos después, las tres trastornadas circulan por las calles de San Isidro en la 4x4 de Huga.
"-No bien recojamos el dinero nos embarcamos en el jet de mi papá y nos vamos de compras a Miami", dice Huga con entusiasmo.
"-Che, vieron ese helicóptero? No está volando demasiado bajo?", pregunta Cleta.
De pronto, desde la nave que seguía el trayecto de la camioneta, se oye mediante un megáfono:
"The occupants of the van!Stop the vehicle and there without moving!"
"-Qué dice?"
"-Qué sé yo. El inglés babington debe estar de campaña"

Súbitamente, una camioneta negra se les cruza en el camino, obligándolas a detenerse.
De todos loados aparecen patrulleros de la federal, de gendarmería, vehículos de la SIDE y hasta una patrulla de empleados de vigilancia de COTO que acudieron en apoyo.
Cientos de efectivos con armas largas rodean la 4x4, mientras el helicóptero aterriza en plena calle.

"-Manos arriba! FBI!Bajen despacio y no intenten nada!"
Las tres arpías chillan como chanchos.
"-No me maten! Ellas me obligaron!", grita la cobarde de Cleta.
Un sujeto que desciende del helicóptero es el que da las ordenes.
"-Los tres al suelo! Con las manos en la nuca!", ordena. Luego, codeando a uno de sus colaboradores murmura: "Qué te dije. Viste que Bin Laden no había muerto?"

Entre llantos, las tres turras pedían clemencia al unísono, de un modo ininteligible.
"-Silencio!", vocifera el mandamás. "Que hable uno solo de ustedes. A ver, vos", ordena, señalando a Mauricia.
"-Bfo feñores buine a fasear con muis amigaf. Fes dije queno sefetieran en liof, buero do me hifggieron caso"
Al unísono, se oyó el claqueteo de mil armas cargando en recámara.
"-No hay duda, son musulmanes"
"-Qué idioma es ese?"
"-Un dialecto afgano, seguramente"
"-Por la Ley federal de Estados Unidos quedan todos detenidos"
"-No!", grita Cleta."No me lleven! Llamen a Oyharbide! Quiero a Oyharbide!"

Varias horas más tarde, Cris se encuentra inaugurando un hospital en el conurbano bonaerense.

♫♫ Dame un candidato ♫♫ (suena el celular)

"-Hola, Cris?"
"-Cleta? Ahora no te puedo atender, nena. Estoy ocupada"
"-Es que tengo que darte una noticia no positiva. Estamos en un serio problema"
"-Mirá querida. Dejáte de juegos porque ya me tenés harta. Donde estás?"
"-En Guantánamo. Nos confundieron con terroristas y nos tienen detenidas. Ya nos procesaron y para mañana piensan ejecutarnos en la horca. No puedo hablar más. Tengo un nudo en la garganta".
"-Escuchame una cosa pendeja del demonio! Cortala con tus mentiras! Si hoy no estás en casa para la cena, te aseguro que ni la Royal navy te salva a vos! Está claro?"
"-Hola...Cris.....Cris. Uy! Colgó"

Dos guardias yanquis observan a Cleta a través de un vidrio polarizado:
Uno de ellos le dice al otro:
"-And to think that with that idiot's face to the world was on edge"
(Y pensar que con esa cara de boludo tenía en vilo al mundo)

lunes, 28 de marzo de 2011

Cleta, la turra adolescente. Volumen 6: Cuidado con lo que deseas.



Cleta entra a su cuarto cargando una bandeja con el desayuno.
Una extraña presencia la sorprende causándole un gran sobresalto, haciendo que la taza y el plato con medias lunas rueden sobre la alfombra.
Un sujeto de lo más extraño está sentado en su cama. Es un individuo morocho, bastante excedido de peso, panzón y con una revuelta melena maradoniana.
"-Quién es usted?....Qué hace acá?", pregunta Cleta, temerosa.
El tipo, sin mosquearse, se agacha, toma una medialuna del piso y asquerosamente la moja en el charquito de café con leche.
Entonces, Cleta puede observar un detalle que la estremece dejándola estupefacta: Dos grandes pares de alas transparentes, parecidas a las de una libélula, asoman por la espalda del desconocido.
"-Vos sos Cleta?", pregunta el intruso.
"-No.....bueno sí......digo, no", balbucea Cleta.
El desconocido exhala un suspiro de hartazgo y se pone de pie.Está vestido con un short pringoso y calza ojotas de goma muy gastadas.
"-Yo no sirvo para este laburo", se queja. "Vos, sos o no sos Cleta?"
La turra adolescente lo mira boquiabierta, como petrificada.
"-Nena!", exclama el extraño, ofuscado. "Qué! No te llega el agua al tanque? Vos te llamás Cleta?"
Cleta asiente con la cabeza, sin dejar de tener la boca abierta.
"-Bien", dice el tipo. "Vengo a cumplir un encargo, así que seré breve y te pido que no me la hagás difícil porque no tengo para todo el día".
"-Disculpe", interrumpe tímidamente Cleta. "Quién es usted?"
-"Yo vengo de allá", dice el sujeto, señalando hacia arriba con el pulgar."Soy un alma en transición"
Cleta lo mira con incertidumbre. Todavía no cierra la boca.
El tipo sacude los brazos, fastidioso.
"-A ver....", exclama. "Yo estoy muerto. Andar por la ruta en bicicleta, con un pedo atómico, no fue una brillante idea. En fin. El asunto es que, como en mi vida no fuí del todo obediente" (hace comillas con los índices) "me condenaron a trabajar un tiempo, a modo de "probation". Debo cumplimentar milagros de poca monta. Y de paso me encajaron estas alas ridículas que pican como la gran p..."
Cleta se queda en silencio, como queriendo asimilar las palabras del desconocido.
"-Quiere decir", inquiere por fin, "que usted vendría a ser una especie de "hado padrino?"
"-Algo por el estilo", responde el tipo, poco convencido con el rótulo."El asunto es que vengo a cumplirte un deseo. Pero ya te dije: Pensalo rapidito porque no tengo para todo el día"
"-Un deseo?"
"-Si! Un deseo! Sos sorda o qué?", exclama el hado, impaciente.
Cleta se queda impávida, pensativa. El tipo la observa en silencio, con exasperación. Después de un rato,siente un impulso incontenible de estrangularla y sacarle el mencionado deseo por la fuerza.
"-Mejor no", piensa. "Sino, me van a dejar haciendo este laburo pedorro toda la vida......o toda la muerte, mejor dicho"
Por fin Cleta habla:
"-Un deseo?"
El tipo está al borde del colapso. Su sangre parece entrar en ebullición.
"-Está bien está bien", se ataja Cleta. "Déjeme pensar un cachito"
"-Cagamos! Voy a estar una eternidad acá", murmura el hado.
"-Un deseo, un deseo. A ver", dice Cleta entusiasmada. "Podría pedir mucho dinero.....no no. El dinero se gasta y después.....No, mejor pido ser hermosa...no, para qué?....Poder!, ahí está. Quiero poder y tener a mis súbditos...no....a los poderosos en el fondo no los quiere nadie"
El hado la mira con evidente aburrimiento.
Mientras el tipo empieza a mirar fijamente la cucharita de café tirada en el piso y al mismo tiempo, la yugular de Cleta, a ésta se le ocurre una idea maligna... para variar:
"-Ya sé qué voy a pedir", dice decidida.
"-Por fin nena!", gesticula el sujeto.
"-Quiero ser hermosa, poderosa y que la gente me ame", recita, sin sonrojarse siquiera.
"-Pero, esos son tres deseos", manifiesta el hado. "Yo te dije un solo deseo"
"-Es un deseo encriptado", aclara Cleta con malicia.
El hado, más cretino que ella, le sigue el tren del engaño.
"-Así que un deseo encriptado? muy bien....muy bien"
"-Entonces", cerrá los ojos", ordena el hado. "Pero sabélo: Los deseos cumplidos no tienen vuelta atrás"
Cleta obedece.
Luego, se hace un largo silencio. Por fin, temerosamente, Cleta entreabre un ojo. El hado padrino ya no está.
Al principio, la turra adolescente cree que la peculiar visita se trataba de un loco que se había colado en la casa.
Pero siente algo extraño. Ella se siente distinta. Algo no está como antes.
Cleta se aproxima lentamente al espejo y la imagen que le devuelve la asusta de tal manera que dá un salto hacia atrás.
"-Ay! La puta madre!", exclama.
La persona del espejo no es Cleta. Es su hermana Cristina.
Ella pidió claramente ser hermosa, poderosa y amada por todos. El hado, ladino, la convirtió (físicamente claro) en la mismísima Cristina.

Sin que Cleta disponga de tiempo para asimilar el trance, alguien golpea la puerta del cuarto.
"-Cleta. Apurá a vestirte. Me tenés que acompañar a Congreso. Hoy tenemos que asistir las dos juntas. Dale!". Es la voz de Cristina; la verdadera.
"-Si, si. Ya voy", contesta Cleta con una voz idéntica a la de Cris.
"-Qué te pasa nena? Estás mal o te hacés la graciosa?"
"-No no. Tengo la voz un poco tomada", dijo carraspeando fingidamente.
"-Pero! Esta piba. Siempre lo mismo. No me extrañaría que se enferme adrede para no acompañarme", dice Cris, mientras se aleja por el pasillo.
"-Dios mío!", gime Cleta. "Y ahora qué hago?"
Se acordó del hado padrino, y se maldijo a sí misma por haber tratado de engañarlo.

Más o menos una hora después, Cleta se animó a salir de su cuarto. La casa estaba en silencio; todos, Cristina y sus colaboradores, se habían ido.
Desciende subrepticiamente la escalera y entra a la cocina. Para asegurarse de que no hay nadie, espía por la ventana. Aníbal, el rotwailler de Cris, le gruñé desde el patio.
"-A este sarnoso no hay forma de engañarlo", profiere con rabia.

"-Cris, qué hacés todavía acá?", la sorprende una voz a sus espaldas.Es Florencio, uno de los colaboradores más allegados de Cristina.
"-Yo....este.....estoy.....", titubea Cleta.
"-Creí que ibas a Congreso. Bueno, mejor que te quedaste. Tenemos que ir rápido a la inauguración de un comedor infantil", manifiesta Florencio.
"-Inau-gu-ra-ción?", titubea Cleta.
"-Si. Otra inauguración", dice Florencio y sonríe."Nos la pasamos inaugurando cosas. Pero qué raro que no te acordaste. Vos recordás siempre todo......te noto rara......te sentís bien?"
"-Si, si. Estoy bien. Por qué no iba a sentirme bien, argentinas y argentinos?", dice Cleta, emulando torpemente los gestos de su hermana.
"-Bueno, vamos. El helicóptero está listo", apura Florencio.

Ya adentro de la nave:
"-Adonde vamos?", pregunta Cleta, evidentemente nerviosa por el temor a ser descubierta.
"-A inaugurar el comedor infantil "Pedófilo Cubillas", en el barrio "La puñalada comunitaria", responde Florencio.
"-Dios mío! Me van a linchar cuando se den cuenta!", solloza para "sus adentros", la impostora.
De pronto, Cleta siente algo que le incomoda los pies.
"-Hay algo acá abajo que no me deja estirar las piernas", dice.
Uno de los pilotos se agacha y descubre un par de pantuflas de peluche con la cara de Mickey.
"-Ah. Estas son las que buscaba De la Rúa. Mire dónde las había dejado"

El helicóptero sobrevuela un barrio de la periferia del GBA. Miles de personas saludan agitando pañuelos y moviendo los brazos.
"-Creo que voy a vomitar", se queja Cleta.
"-Cris. Te sentís bien?"
"-Si si. Terminemos de una vez con esta patraña"
"-Perdón?", dice Florencio, asombrado.
"-Migraña. Tengo una leve migraña"

"-Está rara", murmura uno de los pilotos.

La nave aterriza y Cleta, junto con Florencio y un grupo de personas que la esperan se dirigen por un pasillo de vallas abierto entre la multitud hacia un escenario dispuesto en el centro mismo del humilde barrio.
Florencio, llevándola suavemente de un brazo, la ubica frente a un micrófono y desaparece como por arte de magia. La multitud, escandalosa de amor hasta ese instante, hace silencio abruptamente.
Cleta está ahí, boquiabierta, frente a la muchedumbre expectante.
Entonces, en uno de sus arrebatos de maldad que la caracterizan, capta la oportunidad que tiene ante sí.
Cleta dice:
"-Argentinas y argentinos. Hoy vine hasta estos apestosos andurriales para decirles que los odio. Los odio con toda mi alma!"
La multitud, contrariamente a lo que creía Cleta, bramaba de felicidad.
Envalentonada, la turra sigue agrediendo:
"-Les digo más. Si me eligen de nuevo, es porque son una manga de retardados mentales que no se merecen ni un puto peso del estado. Quién los manda a tener hijos como conejos? eh?"
La multitud sigue amándola. Entre llantos y gritos de agradecimiento, proclaman a viva voz: "Fuerza Cristina!"
Confundida, Cleta prueba con una embestida ulterior:
"-Y, saben qué? Yo me muero de la risa a la noche, acordándome de sus caras feas y malolientes. Váyanse todos a cagar!"
Ya no puede continuar porque la multitud delira al borde del paroxismo. El hado cumplió con lo propuesto: Todos la aman.
"-Pero, no escucharon un pomo de lo que dije", cavila confundida.
Florencio se le acerca, enjugándose una lágrima que le corre por la mejilla.
"-Qué discurso! Emotivo como siempre"
Florencio la toma de nuevo de un brazo. Cleta, se deja conducir, pero pregunta:
"-Y ahora? Adonde vamos?"
"-A saludar a la gente. Como siempre"
Sin tiempo a resistirse, Cleta se ve rodeada de personas. Todas con sus manos extendidas. Todos llorando, alabándola, queriendo tocarla y besarla como si fuera una santa.
"-Ay no!", grita con repugnancia. "Pobres! Pobres por todos lados! No lo resisto. Florencio! Hado padrino y la rep......."



Cleta abre los ojos penosamente. Se encuentra tirada en su cama. Está a salvo en su habitación. La cabeza parece que quiere despegársele del cuerpo y un vaho de vómito amenaza con hacer eclosión en su boca. Son síntomas de una resaca de aquellas.
A duras penas se sienta en la cama.
Botellas vacías de vodka, vino tres cuartos, caña Legui y hasta una damajuana, descansan desparramadas por doquier.
Desde la cama, alcanza a ver su rostro demacrado en el espejo. Es la Cleta de siempre.
En un débil acceso de memoria recuerda lo ocurrido la mañana anterior:
"-Ay!", rezonga. "Es la última vez que invito a desayunar a la Pato".

martes, 22 de febrero de 2011

Cleta, la turra adolescente. Volumen 5: Octubre

Octubre. Colegio Normal “Pablo de las Mercedes Cárdenas”.
Cleta y sus harpi-amigas se encuentran en el patio. Es el último recreo previo al examen más importante del año lectivo.
Cunde el pánico en el grupete porque, si bien la prueba estaba programada desde hace mucho tiempo, ellas no se preocuparon en estudiar. Por lo tanto, ninguna sabe un pito a la vela.
“-Ahí está esa tilinga. Cómo la aborrezco!”, dice Cleta, con odio.
Ella se refiere a Cristinita. La estudiante que vino de Calafate y que (casualmente), tiene un llamativo parecido físico con su hermana.

“-Pero, por qué la odias tanto Cleta?”, dice Francisca, alias la Colo. “Si vamos al caso, ella no te hizo nada. Es más. Con nosotras siempre fue amable. Está bien que es la consentida de todos los profesores, pero se lo ganó por ser aplicada, buena estudiante y, para colmo, bonita”
“-Che!”, exclama Cleta, alterada. “Vos no te estarás volcando para el lado de ella, no? Hace rato que te noto muy “blandita”. Si antes la odiabas tanto o más que nosotras”
“-Chicas, chicas”, interrumpe Mauricia. “Bor qué bno nos consuentramos en el eusuamen. Bya fgualda poco”.
“-Tiene razón Mauricia”, dice Huga Biolcatta. “Ninguna de nosotras sabe un pomo. Y ese guacho de Ricardito no quiere ayudarnos. No nos da bola porque dice que no quiere quedar pegado con nosotras”.
“-Y Eduardito? No pudo armar algún quilombo para que el exámen se postergue?”, dice Cleta.
“-Y, trató. Pero todos los profesores ya están avivados de todas sus maniobras”, responde Huga.

De pronto, suena el timbre. El recreo termina.
“-Ay Dios mío!”, dice Cleta indignada. “Nos van a hacer bosta!”
“-Tranqui chicas. Yo tengo un plan”, dice…..ya saben ustedes quién.

Todos se ubican en sus lugares en el aula. La profesora escribe en el pizarrón los temas del exámen.
Cleta se arranca sin compasión las uñas con los dientes.

“-Profesora”, grita alguien desde el fondo. “Le puede decir a Eduardito que se siente más atrás? No nos deja ver el pizarrón”.
La profe se da vuelta con fastidio.
“-Eduardo. Qué le dije? Vaya a sentarse atrás. Hágalo por sus compañeros. No sé que le pasa. Si a usted siempre le gustó el Fondo”
“-Lo que pasa es que quiere estar cerca de Cristinita, profe”, dice Elisita. “Pero ella le echa flit”
Una carcajada general estalla en el aula.
“-Silencio señores!”, grita la profe. “Y comiencen el exámen ya, porque no hay tiempo extra”

Eduardo, al pasar cerca del banco de Elisita, le arrebata un tuper que ella guarda en la mochila.
“-No!”, grita Elisita. “Profe! Mírelo a Eduardo! Tengo masas ahí adentro!”
“-Eduardo!”, dice la profe. “Dejesé de agitar las masas! Mire que no me olvido del día que me trajo a sus amigos y me saquearon el armario. Por su culpa, terminaron las clases antes ese año. Esta vez no se va salir con la suya. Compórtese o lo mando a dirección!”

Cleta, aprovechando la confusión, susurra en voz baja.
“-Che, Ricardito. Pasáme la 1. Dale. No seas ortiva. Acordate que vinimos en el mismo bondi. Porfa”
“-Ufa!”, dice Ricardito, molesto. “Está bien. Tomá”
Cleta se pone de pie como un rayo.
“Profe! Ricardito me está pasando las preguntas!”, buchonea.
“-Ricardito”, dice la profe. “Me extraña de usted! Qué diría su padre! Esta vez lo perdono por él”

Ricardito mira a Cleta con indignación.
“Disculpame”, murmura Cleta. “No puedo evitarlo, Es más fuerte que yo”

En el fondo hay un despelote de novela.
Eduardito, Luisito Barrionuevo, Momito y Pedradita se copian a lo pavo.
“-Pasame la 2”. “
“-Qué quiere decir “sufragio?”
“-Los trabajadores son seres humanos?”

La profe sabe lo que está pasando. Pero los deja. Sabe perfectamente que todos van a reprobar aún copiándose.

Huga levanta la mano.
La profe la mira por arriba de sus anteojos.
“-Si, Huga”
“-Profe, acá está mal. Dice que la esclavitud fue abolida. Ja! Debe ser una broma”. Dice la ignorante de Huga.
La profe se agarra la cabeza.

De pronto, mirando hacia el piso, la profe observa algo extraño.
“-Mauricia”, dice la profe. “Por qué vino con botas de goma?”
“-Mborque eb bdondbe vivo bfe inunmdo brofe”, responde Mauricia.

Luego, una cabecita blanca, en medio del salón, acapara la atención de la profe.
“-Pinito. Usted no se sentaba a la izquierda? Cada vez se está corriendo más a la derecha del salón”.

“-Profe!”, grita la buchona de Cleta. “Alguien le está soplando a Mauricia!”
“-Dejela, Cleta. Métase en sus cosas. Mauricia tiene un soplador autorizado. Es su intérprete”.
“-Cheta del orto”, murmura Cleta.

Un rato después, suena el timbre del recreo.
“-Noooo!!”, grita Cleta.
“-Bueno, se acabó. Entreguen sus hojas”, sentencia la profesora.

Cleta prorrumpe en un ataque de nervios.
“-No! No puede ser! Si me va mal, me mandan de vuelta para Mendoza!”
La profe la mira impávida.
“-Entregue su hoja, Cleta”
“-Y vos hija de puta!”, grita Cleta, dirigiéndose a La Colo. “Todo el año jodiendo con tu plan! Por qué mierda no lo decís de una puta vez!”
“-Cleta”, grita la profe. “Afuera! A la dirección ya! O prefiere que llame a su hermana?”

“-Tranquila, Cletita”, dice Elisita. “Yo vaticino que todos nos vamos eximir”
“-No! Estamos en el horno!”, solloza Cleta.

Un par de horas después, la profe lee las notas de la prueba:

“- Sabatellita: 8”
“- Ricardito: 5”
“- Pinito: 3”
“- Uuuuh!”, se oye en el recinto.
“- Eso le pasa”, dice la profe, “por no fijarse con quién se junta”
“- Elisita: 2”, prosigue la profe.
“- Huga Biolcatta: Usted no tenía que haber hecho este exámen”
“- Cristinita: 10”
“- Hija de puta!”, vocifera Cleta.
“- Cleta!”, grita la profe. No la había mandado a dirección?”
“- Todos los demás”, prosigue la profesora, habiendo perdido la paciencia, “Cero!”

Habiendo salido ya de la escuela, el grupo de Eduardito, Barrionuevo y compañía, están reunidos en una esquina, fumando y tomando birra.
Cleta pasa cabizbaja.
“-Qué pasó Cleta? Te bocharon”, dice Eduardito. “Vení, juntate con nosotros. Tomate una birri”
“-Ni loca me junto con ustedes. Manga de negros!”, dice Cleta.

“- Che, qué cagada con lo del exámen, no?”, dice Eduardito a sus secuaces. “No anduvimos ni cerca”.
“-La verdad”, dice Barrionuevito.,” a mí no me calienta. Yo quiero ser sindicalista. Para qué me sirve estudiar?”
“-Y si puedo, me caso con una boxeadora”, concluye, ante la mirada de aprobación de sus colegas de parranda.



viernes, 14 de enero de 2011

Cleta, la turra adolescente, volumen 4


Cris se fue de viaje, a cumplir con sus obligaciones.
La Casa queda nuevamente a cargo de su irresponsable hermana.

Cleta se encuentra ahora en el despacho de Cristina, saboreando el poder transitorio que, por supuesto, le queda holgado.
Da vueltas en el cómodo sillón giratorio de su hermana, pensando qué maldades hacer para ejercer su inopinada autoridad.
De pronto toma el teléfono y marca un número:

“-Hola”, dice. “Fondo Monetario Internacional?”
“-Si. Qué desea?”, contestan del otro lado.
“-Quisiera pedir unos cuantos millones prestados, a nombre de la Casa Rosada”.
“-Ah! Usted debe ser Cleta, verdad?”, dice la voz del Fondo. “Su hermana nos advirtió que usted podría llamar y nos encomendó que no le prestáramos un solo centavo. Buenas tardes”.

Cleta exhala un bufido de fastidio. Luego, marca otro número.
“-Hola. Con El repulgue Noble? Quisiera pedir dos grandes de muzzarella y media de fainá”.
“-Vos debés ser Cleta, no?”, responden del otro lado. “Lo sentimos, pero su hermana nos encargó que.....”
“-Pero la reputísima madre! De qué sirve el poder si nadie me da pelota?”

De repente, del baño del despacho, vestida con una bata, sale Huga Biolcata, una de las arpi-amigas de Cleta.
“-Y vos? Qué hacés acá?”, dice Cleta, sorprendida.
“-Cómo qué hago? Ya nos enteramos todas que la yegua se fue de viaje. Como sabrás, tanto yo como el resto de tus amiguitas del alma, tenemos copias de la llave de esta casa”, dice maliciosamente Huga.
“-Che, pero no me van a meter en ningún quilombo, no? Mirá que últimamente no nos sale una bien”, dice Cleta.
“-Perdé cuidado amiga. Es más, vine a proponerte un negocio brillante”
“-De qué se trata? No serán otra vez esos piquetes en la ruta, no? Mirá que con este calor.....”
“-No. Esto es más paquete”, dice Huga, entusiasmada. “Vos sabrás que el negocio de la esclavitud sigue siendo redituable. Pero, sabés qué es lo más “in”, hoy por hoy?”
Cleta se encoje de hombros desorientada.
“-Los esclavos de raza negra!”, dice Huga, entusiasmada. “Son los mejores. Los originales. Y como yo siempre tuve una visión preeminente para los negocios, me adelanté y conseguí algunos”.
“.Esclavos negros? De dónde los sacaste? Dónde los tenés?”, expresa Cleta, incrédula.
“-Eran polizontes en un barco que vino de Senegal. Están en tu cuarto, los escondí adentro del placard”, dice Huga, sonriendo con picardía.
“-En mi cuarto! Pero no Huga! Vamos a sacarlos de ahí ya mismo!”, grita desesperada Cleta.

Cuando llegan al cuarto, Cleta comprueba que efectivamente, un trío de individuos de raza negra se encuentran mansamente instalados en el interior del placard.
Cleta, sin saber un ápice de senegalés, trata de decirles amablemente que desalojen el sitio, pero los morochos, acaso debido a las penurias y necesidades de su ignominioso viaje, lejos estaban de entenderla. Más bien, tenían otra cosa zapateándoles la mente.

Cristina se encuentra en pleno vuelo. Dormita mientras repasa mentalmente los detalles de los discursos que dará durante su gira.
De pronto, la despabila una llamada en su celular.

“-Hola Cris!”
“-Cleta, sos vos? Qué pasó ahora?”, dice Cris, acostumbrada ya a los desmanes de su hermana.
“-Tengo un problema internacional. Con unas personas que vinieron de Africa”
“-De Africa? Qué raro! Yo no tenía programada ninguna visita de ahí. Pero dónde estás? Porqué se te oye así? Parece que me hablaras de adentro de un ropero”.
La suposición de Cris era exacta: Los morochos habían manoteado a Cleta hacia el interior del placard, y le estaban dando masa sexual, para que tenga y para que guarde.

“-No entiendo nada”, dice Cris. “De qué embajada decís que vienen?”
“-Senegal!”, grita Cleta.
“.No me grites, mocosa! No estarás haciendo lío no? Tratalos bien. Sé amable”
“- Soy amable. Lo más que puedo”, dice Cleta, al borde del desmayo. “Pero éstos se despachan solos”
“-Pero, a qué vinieron? Cómo están las relaciones con los senegaleses?”, pregunta Cris.
“-Están bastante tensas. Y traen largas peticiones entre sus manos. Larguísimas”
“-Bueno”, dice Cris. “Tratalos bien, pero hacé respetar tu investidura, me oíste?”
“-Creo que ya me la desgarraron!”, solloza Cleta. Luego, casi con el último aliento, dice:” Cris, vas a volver pronto?”
“-Más o menos en dos semanas”, dice Cristina.
“-Noooo!!”, se oye del otro lado.
“-Mirá, nena. Comportate como una adulta. No estoy de humor para tus bromas. Chau”, dice Cris y corta el celular. “Esta piba!”, piensa luego. “No veo la hora que llegue octubre así se vuelve a Mendoza para siempre.

En tanto, en el cuarto de Cleta, los morochos habían descartado de la orgía a Huga Biolcatta, quien se salvó gracias a su natural hedor a gorila.
“-Aguantá Cletita”, dice Huga, desde afuera del placard. “Tenés que tener vocación de sacrificio..
Al final, los esclavos indios son mejores. Ahora vengo”.
“-No me dejes!”, grita Cleta desde adentro del placard.
“-No te preocupes amiga. Cuando se duerman, escapate y hacelos desalojar por la UCEP. O mejor llamalo a Jorge Cutini para que los venga a buscar. Viste vos lo que es el tercer mundo, Cleta querida?”, dice Huga y cierra la puerta del cuarto.