jueves, 26 de abril de 2012

Mi teoría sobre el olvido

"La vida es porfiada"
(Doctor Sarl Kagan)


Miro mis manos translúcidas; veo cómo la luz de la pantalla las atraviesa ya casi  sin resistencia y, a pesar de que hace un tiempo que comenzaron los primeros síntomas, todavía no salgo de mi asombro; tampoco salgo de mi casa, porque esta “enfermedad” me ha confinado al encierro.

“Soy un ser olvidado”, me sorprendo murmurando a cada rato. “Cómo pasó esto?”

Mi teoría sobre el olvido dice que las cosas que son olvidadas desaparecen, dejan de existir, se borran.

Me acuerdo de un viejo sofá que persistía en mi casa desde la época de mis bisabuelos. A lo largo de tantos años, el mismo fue sepultura de infinidad de objetos que se escurrían de los bolsillos  de los ocasionales ocupantes. Generaciones de monedas, llaveros, encendedores, golosinas y hasta una dentadura postiza, se precipitaron hacia el abismo insondable abierto entre el respaldo y el asiento.
Cuando por fin le llegó el relevo al vetusto y desvencijado mueble, procedí a desmantelarlo, ansioso por encontrar vastedad de tesoros. Harta sorpresa me llevé al comprobar el magro botín: Alguna que otra moneda, un caramelo “media hora” y, por supuesto, la dentadura de mi tía Inés.
Qué había pasado con los demás objetos? Se esfumaron; porque habían padecido del olvido del resto de los seres que existen.

Cuando era pibe me gustaba (entre otros cientos de cosas) pasear por el cementerio de mi pueblo, Monte Grande. Si, ya sé: resulta una costumbre rara,  acaso irreverente.
Mis papás eran jóvenes, mis abuelos también, por lo tanto, el tema de la muerte aún no se había instalado en nuestra familia. La muerte era todavía algo remoto y que acontecía comúnmente a otras personas.

Además, muchos deben coincidir conmigo en que los cementerios tienen cierto atractivo exótico,  algo que infunde una sensación de rareza, de irrealidad.
El caso es que, una tarde, mientras deambulaba por los pasillos desiertos, leyendo lápidas, husmeando bóvedas, me llamó la atención  la actividad de un hombre, quien con una maza, rompía el cemento de una vetusta tumba ubicada en los arrabales del camposanto. Ese hombre, quien seguramente era un obrero empleado del lugar, tomó luego una pala y comenzó a cavar en el interior del sepulcro, ahora abierto.
Yo, agazapado detrás de una cruz de granito, espiaba excitado por la curiosidad y el morbo. Era una clara exhumación a plena luz del día, en una tumba vieja y olvidada.

Pero, el único rostro de asombro que ví fue el del tipo que cavaba. Durante un momento se detuvo y se rascó la cabeza en clara señal de confusión. Luego, escarbó un poco más, cada vez con menos ahínco, hasta que por fin, resignado, tomó sus herramientas y se fue.
Yo, me acerqué furtivamente hasta el agujero a cielo abierto. Con sorpresa noté que no había nada. Estaba vacío. No había muerto, ni ataúd; ni nada.
La experiencia y los años me revelaron que aquella tumba vacía era la sepultura de un muerto olvidado.

Las personas también pueden desaparecer por olvido.
Para que una cosa o persona pueda esfumarse en el aire como si nunca hubiera existido, el requisito indispensable es que la cosa en cuestión no se halle presente en la memoria de nadie, ni siquiera del ser más prescindible e insignificante que exista, ya sea éste un microbio o un marido desocupado.

Claro, los escépticos, los refutadotes, nihilistas y buscadores del pelo al huevo, dirán que mi teoría son sólo galimatías, cháchara improbable y sin fundamentos. Dirán que el único fin de mi retórica maltrecha es ganarme un lugar entre la fauna intelectual vernácula o quizás un bolo en el programa de Anabela Ascar. Les respondo que ni lo uno ni lo otro; y que si mis argumentos les resultan insuficientes, les recuerdo que yo mismo soy una prueba cabal de que mi teoría es cierta; aunque por pudor no me dejo ver porque no quiero hacer de mi condición un espectáculo circense.

Además, pensadores de renombre e intachable reputación han aludido al tema.
Jean Paul Sartre, en su conocida obra “El ser y la nada”, explica claramente lo que mi limitada (por no decir paupérrima) prosa me lo impide:

“Desde nuestra introducción, habíamos descubierto la conciencia como una llamada al ser, y habíamos mostrado que e! cogito remitía inmediatamente a un ser-en-sí objeto de la conciencia. Pero, después de descubrir el En-sí y el Para-si, nos había parecido difícil establecer un nexo entre ambos, y habíamos temido caer en un dualismo insuperable. Este dualismo nos amenaza, además, de otra manera: en efecto, en la medida en que puede decirse que el Para-si es, nos encontrábamos frente a dos modos de ser radicalmente distintos: el del Para-sí que tiene de ser lo que es, es decir.....”

En realidad, no se entiende ni jota lo que Sartre quiere explicar. Además incurre en ciertos errores, producto tal vez del stress o de alguna copa de Cabernet Sauvignon de más; por ejemplo, todo el mundo sabe y hasta su nombre mismo lo indica, que el cogito es un objeto que se introduce adentro de otro, o sea EN.
También erró el bochazo (acaso por un desliz tipográfico), al mencionar al dualismo como amenazante y peligroso…..quiso decir duhaldismo, seguramente.

Creo que para que se entienda lo que torpemente trato de explicar, mejor cuento mi historia y cómo he llegado a esta situación:

Yo tuve un amor. Y contra lo que muchos supondrán, siempre fui correspondido. Su nombre es Lidia (aunque ahora, según tengo entendido, se hace llamar Anestesia).
Yo siempre fui un tipo parco y huraño, poco afecto a cultivar las relaciones sociales. En verdad,  poco me importaba no tener amigos ni relaciones afectuosas.
Lidia descubrió algo en mí que la hizo quererme y para mi fue suficiente nexo entre yo y el resto de la Humanidad. Quiero decir que el resto de la Humanidad para mí fue simple y exclusivamente Lidia.
Es seguro, pues, que éramos una pareja feliz; ella, acurrucándose a mi lado mientras yo leía; yo, ignorándola lo más que podía.

Una infausta noche, regresábamos a casa luego de cenar en “El chorizo honrado”.
Lidia estaba exultante; quizás el tinto de la casa le había surtido efecto y se encontraba locuaz y dicharachera…..se había puesto hincha pelotas, bah.

Bella y traviesa,  abrió el techo corredizo de nuestro 504 y, parándose en el asiento, sacó medio cuerpo afuera, porque quería respirar el fresco de la noche. Yo no la detuve, pues en estado de ebriedad se ponía muy agresiva cuando la contradecían.
El maldito destino quiso que en ese momento pasáramos justo debajo del puentecito de Jean Jaures y las vías.
Ella, con los brazos extendidos en alto vociferó: “La puta! Que vale la pena estar……”
Esas fueron las últimas palabras que le oí decir a mi Lidia sensata.
Si bien el traumatismo de cráneo no fue grave, resultó suficiente para que a Lidia se le borrase la memoria.; “formateo mental”, fue el diagnóstico.
Más allá de eso, y de a veces creer ser una gallina clueca, Lidia se encuentra estable, aunque de mi persona no figure el mínimo rastro en su memoria.

Esa misma tarde, cuando abandoné el hospital donde ella aún hoy yace internada, comencé a experimentar los primeros síntomas de olvido. En la parada del 64, una parejita de adolescentes me miraba con curiosidad y reían codeándose entre sí.
Me miré a mí mismo y comprobé espantado que mi cuerpo se había vuelto translúcido. Corrí a casa desesperado y decidí quedarme inclaustrado hasta saber qué me pasaba.

Investigando en Internet pude dar con una eminencia sobre el asunto: El doctor Sarl Kagan. Este insigne profesional es Licenciado en ciencias ocultas de la Universidad de Pitt Bull, que por ser tan ocultas, él nunca supo bien de qué se trataban.
El doctor Kagan se convirtió en el científico más estacado en el tema de la disolución espontánea de personas, por no decir el único. Pero esta exclusividad más que por su erudición se debe a la indiferencia de sus colegas, a quienes el asunto les parece una reverenda estupidez.
Kagan hace referencia al tema que nos atañe en sus dos únicos libros publicados: “Ectoplasma para todos” y su celebérrimo “Era esto o trabajar”.
En el primero, hay un párrafo muy interesante que transcribo a continuación:
“Los fantasmas no existen. Lo que el vulgo denomina espíritus, espectros o almas en pena, son en realidad personas a media desaparecer. Son víctimas de un proceso de extinción que a la vez trae consigo trastornos tales como inapetencia (la comida se les cae al piso provocando un deprimente enchastre), caída del animo y de las monedas que infructuosamente  tratan de ponerse en los bolsillos y una patológica afición por mirar el canal Magazine día y noche”
“Lo único que sé del caso”, prosigue, ”es que una vez iniciado el proceso es irreversible, igual que cuando firmamos un contrato de celular con abono”
“Las causas del mal aún no las he podido establecer”, concluye el experto, “Será el olvido? O acaso el agua contaminada de algún reactor cercano?”
Kagan nunca pudo concluir con sus investigaciones. Una vez, durante un simposio de alquimistas, llamó embustero a un participante que quería demostrar el proceso de transmutación del agua en oro. Kagan terminó convertido en una estatua de 24 kilates. Hay quienes juran haberlo visto mucho tiempo después tratando de vender sus extremidades en un local de Tucumán al 800.

También, mediante el Internet, pude conocer innumerables  testimonios. El fenómeno de desapariciones por olvido es de lo más cotidiano y estamos rodeados por infinidad de indicios:
Pude saber sobre la existencia y posterior desaparición de cosas tan disímiles como un portal, un perro atado en el fondo de una casa, un internado de locos, un árbol enfermo.
Hubo un increíble caso donde después de un partido de futbol, uno de los equipos terminó con un jugador menos. El referí juraba que no había expulsado a nadie. Luego se dedujo que se trataba de un win derecho bastante introvertido y un tronco de primera.
Otra vez, también después de un aburridísimo cero a cero, los arcos del estadio terminaron sin redes. Aunque el utilero juró haberlas colocado, no le creyeron y lo echaron sin indemnizarlo.
“Habría jurado que en esta casa había un sótano”, decía la abuela de un amigo. Todos creían que la anciana acusaba demencia senil, pero la vieja tenía razón: La antigua casa tenía un sótano,pero las nuevas generaciones  de parientes condenaron al olvido.

Gracias al Facebook, pude cotactarme con otras personas que padecen este aciago mal.
Hubo un intento de reunirnos, de formar un club, una secta o peor aún, un sindicato.
Nos fuímos en aprontes. La idea nunca prosperó por dos razones:
1)  Las personas en vías de desaparición por olvido son en general tipos bastante jodidos. La gente olvidable es más bien complicada y resulta difícil ponerse de acuerdo con ellos.
2) Existen cláusulas expresas que prohíben alquilarle inmuebles a personas translúcidas, por lo cual se nos hizo casi imposible conseguir un local decente donde reunirnos.

Algunos sujetos, a la desesperada, optan por salir a asustar, presentándoseles a las personas “comunes” y pegándoles el susto de su vida. De esta forma, a través del miedo, buscan retrasar un poco más el desenlace fatal.
Para mí, la idea es ignominiosa y humillante. Prefiero el olvido.

Me queda poco tiempo ya. Estoy casi transparente y mis dedos apenas pueden presionar las teclas con que escribo estas palabras póstumas.
Pienso en Lidia, y en lo que tanto dependía mi existencia de ella.
De haberlo sabido, hubiera hecho más para que mi amor permaneciera en su memoria. Tal vez, de haberme cortado las uñas de los pies cuando dormíamos juntos, o desechar la costumbre de darle coscorrones cuando pronunciaba “haiga” o “estea”, hubiese sido suficiente para derribar el muro de su desmemoria..
Por lo menos, me habría comprado un perro para que me recuerde.
Pero ya es demasiado tarde. Dejo para el final (mi final), las palabras del doctor Kagan, que rezan: “Si acaso fuera el olvido la causa de las desapariciones, el único antídoto posible es permanecer en la memoria de algo o de alguien. Que nuestro paso por sta Tierra  no resulte en vano. Un acto de amor trascendental tal vez nos redima de tan cruel destino”

“Un simple acto de amor cometido a tiempo”, pienso. “Estoy en el horno”.

martes, 10 de mayo de 2011

Cleta, la turra adolescente, volumen 7: Cleta la talibana.

Cris mira hacia el jardín a través de la ventana de su biblioteca. Piensa un momento y sigue escribiendo la sinopsis del discurso que dará mañana.
El sol que atraviesa los cristales ilumina el mechón rojizo que acaricia su frente...
Quién fuera bolígrafo, para que sus dedos angelicales se posen delicadamente sobre uno?
Quién fuera papel, Para que su divino pulso desgrane sobre mí las palabras que seguramente le dicta el alma?....

(En esta parte, el escritor se queda absorto, divagando entre suspiros. Por lo tanto, es necesario aplicarle un leve soplamoco en la nuca para despertarlo de su embelezo)

Suena un celular (ring tone de una canción de Barragán)

"-Bfablo guon la feñora ve enfrente", dice Mauricia,con una voz gutural, evidentemente finjida.
"-Salí tarada!"(se oye apenas por atrás)"A vos no se te entiende un pomo! Dame, dame el celu!"
"-Hola. Quién habla?", pregunta Cristina.
"-Señora Cristina?", dice otra voz, esforzándose por disfrazarse de un tono grave.
"-Con ella habla. Quién es?"
"-Le aviso que secuestramos a su hermana Cleta (se oyen risitas de atrás). Si no nos paga un  millón de pesos, se la devolvemos en una bolsita de 47 street (risitas)"
"-Pero, quién habla? qué dice?", exclama Cris, impaciente.
"-Lo que oyó. Queremos un millón de pesos. Si no, matamos a su hermanita, le aplicamos ejercicios de reanimación y después la matamos de nuevo (más risitas)"
"-Pero...usted tiene idea de con quién está hablando?"
"-Silencio!. Ponga la plata en una valija y déjela en el puente de Rolón que cruza la panamericana. Tiene dos horas. Si no: Ñácate!"
Cortó.

En ese instante, Florencio entra al despacho.
"-Qué cara de preocupada Cris. Quién era?"
"-Eran Cleta y sus amiguitas, haciendo bromas. Me tiene podrida esa piba"

Mientras tanto, en la casa de Huga Biolcatta, el trío de arpías se regodea en su nueva crapulencia.
"-Ja ja ja! Cayó como una yegua!", vocifera alegremente Huga.
"-Feug buna ifdea gebnial!", balbucea Mauricia.
"-Quisiera haberle visto la cara de preocupación. Se lo merece por.....por ser tan perfecta", exclama Cleta.

".Bueno, no nos durmamos en los laureles", dice Huga. "Vamos a buscar la guita".
"-Si, vamos, vamos", se entusiasma Cleta, poniéndose de pie y encarando hacia la puerta.
"-Qué hacés tarada?", la frena en seco Huga.
Cleta la mira con cara de "yo no fuí".
"-No podés ir así para que reconozcan. Toda las fuerzas de seguridad te deben estar buscando, atolondrada. Tenemos que disfrazarnos"
"-Fi! Gué gbuena ifdea", farfulla Mauricia.

Huga extrae del placard algunas ropas.También sustrae una caja con barbas y bigotes postizos y elementos de maquillaje.

"-Con estas túnicas vamos a pasar desapercibidas. Como no contamos con pelucas, podemos hacer turbantes con estos vestidos viejos"
Al cabo de un rato, Huga le daba los últims toques a las barbas falsas de Cleta y de Mauricia.
"-Este pegamento es buenísimo. Hay que untar bastante para que no se nos caigan los postizos en plena transacción. Le puse un poco a los turbantes también. Y vos Mauricia, no te vayas a tragar el bigote".
"-Esta barba me pica", solloza Cleta, jalándose del mentón."Y no me la puedo sacar. Qué pegamento es éste? Pega más que la Caamaño"
"-Poxipol", responde Huga. "Pero no te preocupes, con un poco de agua hirviendo sale".

Minutos después, las tres trastornadas circulan por las calles de San Isidro en la 4x4 de Huga.
"-No bien recojamos el dinero nos embarcamos en el jet de mi papá y nos vamos de compras a Miami", dice Huga con entusiasmo.
"-Che, vieron ese helicóptero? No está volando demasiado bajo?", pregunta Cleta.
De pronto, desde la nave que seguía el trayecto de la camioneta, se oye mediante un megáfono:
"The occupants of the van!Stop the vehicle and there without moving!"
"-Qué dice?"
"-Qué sé yo. El inglés babington debe estar de campaña"

Súbitamente, una camioneta negra se les cruza en el camino, obligándolas a detenerse.
De todos loados aparecen patrulleros de la federal, de gendarmería, vehículos de la SIDE y hasta una patrulla de empleados de vigilancia de COTO que acudieron en apoyo.
Cientos de efectivos con armas largas rodean la 4x4, mientras el helicóptero aterriza en plena calle.

"-Manos arriba! FBI!Bajen despacio y no intenten nada!"
Las tres arpías chillan como chanchos.
"-No me maten! Ellas me obligaron!", grita la cobarde de Cleta.
Un sujeto que desciende del helicóptero es el que da las ordenes.
"-Los tres al suelo! Con las manos en la nuca!", ordena. Luego, codeando a uno de sus colaboradores murmura: "Qué te dije. Viste que Bin Laden no había muerto?"

Entre llantos, las tres turras pedían clemencia al unísono, de un modo ininteligible.
"-Silencio!", vocifera el mandamás. "Que hable uno solo de ustedes. A ver, vos", ordena, señalando a Mauricia.
"-Bfo feñores buine a fasear con muis amigaf. Fes dije queno sefetieran en liof, buero do me hifggieron caso"
Al unísono, se oyó el claqueteo de mil armas cargando en recámara.
"-No hay duda, son musulmanes"
"-Qué idioma es ese?"
"-Un dialecto afgano, seguramente"
"-Por la Ley federal de Estados Unidos quedan todos detenidos"
"-No!", grita Cleta."No me lleven! Llamen a Oyharbide! Quiero a Oyharbide!"

Varias horas más tarde, Cris se encuentra inaugurando un hospital en el conurbano bonaerense.

♫♫ Dame un candidato ♫♫ (suena el celular)

"-Hola, Cris?"
"-Cleta? Ahora no te puedo atender, nena. Estoy ocupada"
"-Es que tengo que darte una noticia no positiva. Estamos en un serio problema"
"-Mirá querida. Dejáte de juegos porque ya me tenés harta. Donde estás?"
"-En Guantánamo. Nos confundieron con terroristas y nos tienen detenidas. Ya nos procesaron y para mañana piensan ejecutarnos en la horca. No puedo hablar más. Tengo un nudo en la garganta".
"-Escuchame una cosa pendeja del demonio! Cortala con tus mentiras! Si hoy no estás en casa para la cena, te aseguro que ni la Royal navy te salva a vos! Está claro?"
"-Hola...Cris.....Cris. Uy! Colgó"

Dos guardias yanquis observan a Cleta a través de un vidrio polarizado:
Uno de ellos le dice al otro:
"-And to think that with that idiot's face to the world was on edge"
(Y pensar que con esa cara de boludo tenía en vilo al mundo)

lunes, 28 de marzo de 2011

Cleta, la turra adolescente. Volumen 6: Cuidado con lo que deseas.



Cleta entra a su cuarto cargando una bandeja con el desayuno.
Una extraña presencia la sorprende causándole un gran sobresalto, haciendo que la taza y el plato con medias lunas rueden sobre la alfombra.
Un sujeto de lo más extraño está sentado en su cama. Es un individuo morocho, bastante excedido de peso, panzón y con una revuelta melena maradoniana.
"-Quién es usted?....Qué hace acá?", pregunta Cleta, temerosa.
El tipo, sin mosquearse, se agacha, toma una medialuna del piso y asquerosamente la moja en el charquito de café con leche.
Entonces, Cleta puede observar un detalle que la estremece dejándola estupefacta: Dos grandes pares de alas transparentes, parecidas a las de una libélula, asoman por la espalda del desconocido.
"-Vos sos Cleta?", pregunta el intruso.
"-No.....bueno sí......digo, no", balbucea Cleta.
El desconocido exhala un suspiro de hartazgo y se pone de pie.Está vestido con un short pringoso y calza ojotas de goma muy gastadas.
"-Yo no sirvo para este laburo", se queja. "Vos, sos o no sos Cleta?"
La turra adolescente lo mira boquiabierta, como petrificada.
"-Nena!", exclama el extraño, ofuscado. "Qué! No te llega el agua al tanque? Vos te llamás Cleta?"
Cleta asiente con la cabeza, sin dejar de tener la boca abierta.
"-Bien", dice el tipo. "Vengo a cumplir un encargo, así que seré breve y te pido que no me la hagás difícil porque no tengo para todo el día".
"-Disculpe", interrumpe tímidamente Cleta. "Quién es usted?"
-"Yo vengo de allá", dice el sujeto, señalando hacia arriba con el pulgar."Soy un alma en transición"
Cleta lo mira con incertidumbre. Todavía no cierra la boca.
El tipo sacude los brazos, fastidioso.
"-A ver....", exclama. "Yo estoy muerto. Andar por la ruta en bicicleta, con un pedo atómico, no fue una brillante idea. En fin. El asunto es que, como en mi vida no fuí del todo obediente" (hace comillas con los índices) "me condenaron a trabajar un tiempo, a modo de "probation". Debo cumplimentar milagros de poca monta. Y de paso me encajaron estas alas ridículas que pican como la gran p..."
Cleta se queda en silencio, como queriendo asimilar las palabras del desconocido.
"-Quiere decir", inquiere por fin, "que usted vendría a ser una especie de "hado padrino?"
"-Algo por el estilo", responde el tipo, poco convencido con el rótulo."El asunto es que vengo a cumplirte un deseo. Pero ya te dije: Pensalo rapidito porque no tengo para todo el día"
"-Un deseo?"
"-Si! Un deseo! Sos sorda o qué?", exclama el hado, impaciente.
Cleta se queda impávida, pensativa. El tipo la observa en silencio, con exasperación. Después de un rato,siente un impulso incontenible de estrangularla y sacarle el mencionado deseo por la fuerza.
"-Mejor no", piensa. "Sino, me van a dejar haciendo este laburo pedorro toda la vida......o toda la muerte, mejor dicho"
Por fin Cleta habla:
"-Un deseo?"
El tipo está al borde del colapso. Su sangre parece entrar en ebullición.
"-Está bien está bien", se ataja Cleta. "Déjeme pensar un cachito"
"-Cagamos! Voy a estar una eternidad acá", murmura el hado.
"-Un deseo, un deseo. A ver", dice Cleta entusiasmada. "Podría pedir mucho dinero.....no no. El dinero se gasta y después.....No, mejor pido ser hermosa...no, para qué?....Poder!, ahí está. Quiero poder y tener a mis súbditos...no....a los poderosos en el fondo no los quiere nadie"
El hado la mira con evidente aburrimiento.
Mientras el tipo empieza a mirar fijamente la cucharita de café tirada en el piso y al mismo tiempo, la yugular de Cleta, a ésta se le ocurre una idea maligna... para variar:
"-Ya sé qué voy a pedir", dice decidida.
"-Por fin nena!", gesticula el sujeto.
"-Quiero ser hermosa, poderosa y que la gente me ame", recita, sin sonrojarse siquiera.
"-Pero, esos son tres deseos", manifiesta el hado. "Yo te dije un solo deseo"
"-Es un deseo encriptado", aclara Cleta con malicia.
El hado, más cretino que ella, le sigue el tren del engaño.
"-Así que un deseo encriptado? muy bien....muy bien"
"-Entonces", cerrá los ojos", ordena el hado. "Pero sabélo: Los deseos cumplidos no tienen vuelta atrás"
Cleta obedece.
Luego, se hace un largo silencio. Por fin, temerosamente, Cleta entreabre un ojo. El hado padrino ya no está.
Al principio, la turra adolescente cree que la peculiar visita se trataba de un loco que se había colado en la casa.
Pero siente algo extraño. Ella se siente distinta. Algo no está como antes.
Cleta se aproxima lentamente al espejo y la imagen que le devuelve la asusta de tal manera que dá un salto hacia atrás.
"-Ay! La puta madre!", exclama.
La persona del espejo no es Cleta. Es su hermana Cristina.
Ella pidió claramente ser hermosa, poderosa y amada por todos. El hado, ladino, la convirtió (físicamente claro) en la mismísima Cristina.

Sin que Cleta disponga de tiempo para asimilar el trance, alguien golpea la puerta del cuarto.
"-Cleta. Apurá a vestirte. Me tenés que acompañar a Congreso. Hoy tenemos que asistir las dos juntas. Dale!". Es la voz de Cristina; la verdadera.
"-Si, si. Ya voy", contesta Cleta con una voz idéntica a la de Cris.
"-Qué te pasa nena? Estás mal o te hacés la graciosa?"
"-No no. Tengo la voz un poco tomada", dijo carraspeando fingidamente.
"-Pero! Esta piba. Siempre lo mismo. No me extrañaría que se enferme adrede para no acompañarme", dice Cris, mientras se aleja por el pasillo.
"-Dios mío!", gime Cleta. "Y ahora qué hago?"
Se acordó del hado padrino, y se maldijo a sí misma por haber tratado de engañarlo.

Más o menos una hora después, Cleta se animó a salir de su cuarto. La casa estaba en silencio; todos, Cristina y sus colaboradores, se habían ido.
Desciende subrepticiamente la escalera y entra a la cocina. Para asegurarse de que no hay nadie, espía por la ventana. Aníbal, el rotwailler de Cris, le gruñé desde el patio.
"-A este sarnoso no hay forma de engañarlo", profiere con rabia.

"-Cris, qué hacés todavía acá?", la sorprende una voz a sus espaldas.Es Florencio, uno de los colaboradores más allegados de Cristina.
"-Yo....este.....estoy.....", titubea Cleta.
"-Creí que ibas a Congreso. Bueno, mejor que te quedaste. Tenemos que ir rápido a la inauguración de un comedor infantil", manifiesta Florencio.
"-Inau-gu-ra-ción?", titubea Cleta.
"-Si. Otra inauguración", dice Florencio y sonríe."Nos la pasamos inaugurando cosas. Pero qué raro que no te acordaste. Vos recordás siempre todo......te noto rara......te sentís bien?"
"-Si, si. Estoy bien. Por qué no iba a sentirme bien, argentinas y argentinos?", dice Cleta, emulando torpemente los gestos de su hermana.
"-Bueno, vamos. El helicóptero está listo", apura Florencio.

Ya adentro de la nave:
"-Adonde vamos?", pregunta Cleta, evidentemente nerviosa por el temor a ser descubierta.
"-A inaugurar el comedor infantil "Pedófilo Cubillas", en el barrio "La puñalada comunitaria", responde Florencio.
"-Dios mío! Me van a linchar cuando se den cuenta!", solloza para "sus adentros", la impostora.
De pronto, Cleta siente algo que le incomoda los pies.
"-Hay algo acá abajo que no me deja estirar las piernas", dice.
Uno de los pilotos se agacha y descubre un par de pantuflas de peluche con la cara de Mickey.
"-Ah. Estas son las que buscaba De la Rúa. Mire dónde las había dejado"

El helicóptero sobrevuela un barrio de la periferia del GBA. Miles de personas saludan agitando pañuelos y moviendo los brazos.
"-Creo que voy a vomitar", se queja Cleta.
"-Cris. Te sentís bien?"
"-Si si. Terminemos de una vez con esta patraña"
"-Perdón?", dice Florencio, asombrado.
"-Migraña. Tengo una leve migraña"

"-Está rara", murmura uno de los pilotos.

La nave aterriza y Cleta, junto con Florencio y un grupo de personas que la esperan se dirigen por un pasillo de vallas abierto entre la multitud hacia un escenario dispuesto en el centro mismo del humilde barrio.
Florencio, llevándola suavemente de un brazo, la ubica frente a un micrófono y desaparece como por arte de magia. La multitud, escandalosa de amor hasta ese instante, hace silencio abruptamente.
Cleta está ahí, boquiabierta, frente a la muchedumbre expectante.
Entonces, en uno de sus arrebatos de maldad que la caracterizan, capta la oportunidad que tiene ante sí.
Cleta dice:
"-Argentinas y argentinos. Hoy vine hasta estos apestosos andurriales para decirles que los odio. Los odio con toda mi alma!"
La multitud, contrariamente a lo que creía Cleta, bramaba de felicidad.
Envalentonada, la turra sigue agrediendo:
"-Les digo más. Si me eligen de nuevo, es porque son una manga de retardados mentales que no se merecen ni un puto peso del estado. Quién los manda a tener hijos como conejos? eh?"
La multitud sigue amándola. Entre llantos y gritos de agradecimiento, proclaman a viva voz: "Fuerza Cristina!"
Confundida, Cleta prueba con una embestida ulterior:
"-Y, saben qué? Yo me muero de la risa a la noche, acordándome de sus caras feas y malolientes. Váyanse todos a cagar!"
Ya no puede continuar porque la multitud delira al borde del paroxismo. El hado cumplió con lo propuesto: Todos la aman.
"-Pero, no escucharon un pomo de lo que dije", cavila confundida.
Florencio se le acerca, enjugándose una lágrima que le corre por la mejilla.
"-Qué discurso! Emotivo como siempre"
Florencio la toma de nuevo de un brazo. Cleta, se deja conducir, pero pregunta:
"-Y ahora? Adonde vamos?"
"-A saludar a la gente. Como siempre"
Sin tiempo a resistirse, Cleta se ve rodeada de personas. Todas con sus manos extendidas. Todos llorando, alabándola, queriendo tocarla y besarla como si fuera una santa.
"-Ay no!", grita con repugnancia. "Pobres! Pobres por todos lados! No lo resisto. Florencio! Hado padrino y la rep......."



Cleta abre los ojos penosamente. Se encuentra tirada en su cama. Está a salvo en su habitación. La cabeza parece que quiere despegársele del cuerpo y un vaho de vómito amenaza con hacer eclosión en su boca. Son síntomas de una resaca de aquellas.
A duras penas se sienta en la cama.
Botellas vacías de vodka, vino tres cuartos, caña Legui y hasta una damajuana, descansan desparramadas por doquier.
Desde la cama, alcanza a ver su rostro demacrado en el espejo. Es la Cleta de siempre.
En un débil acceso de memoria recuerda lo ocurrido la mañana anterior:
"-Ay!", rezonga. "Es la última vez que invito a desayunar a la Pato".