sábado, 12 de mayo de 2012

Pequeñas delicias del transporte público

Quienes por desgracia están condenados a ser usuarios del ferrocarril Roca sabrán que por estos días el habitualmente pésimo servicio de la línea descendió a la categoría de kafkiano; aunque algunos estudiosos prefieren utilizar el término “surrealista”.

 Los explicativos y amables carteles de “servicio condicional” puestos en las ventanillas de las boleterías (igual de respetuosos como un dedo en el orto del pasajero) se complementan con los anuncios luminosos que indican los horarios de partida: “Sale cuando salga”, espetan, redondeando así en forma cabal la certeza de que, en efecto, uno es un boludo a cuadros.
El largo largo viaje que nos espera luego, similar a un vals de Strauss (un pasito ‘pa adelante, otro para atrás) es propensa ocasión para aprovechar el tiempo desarrollando variadas actividades: Unos piensan en cultivarse; no me refiero a leer (si bien el tiempo alcanza para acabarse de punta a punta una novela de Tolstoi), sino literalmente a cultivarse, ya que se ha podido comprobar que cierta gente, de tanto estar parada, ha germinado, notándoseles plantitas que asoman desde sus zapatos.
Otros prefieren tejer, otros ajustar sus cuentas con el fisco o arreglar un guardabarros del auto.
Otros prefieren pernoctar.
”Sueño, pequeña porción de muerte”, dijo Edgar Alan Poe, haciendo gala del chispeante optimismo que lo caracterizaba.
Esa frase detonó mis cavilaciones que vinieron bien para distraerme un rato de mi recurrente fantasía de bailar la danza del fuego en pelotas, alrededor de un vagón en llamas.
Aguzando mi sentido de observación pude comprobar que entre los desgraciados dormilones de la masa obrera existen diferentes estilos si de dormir se trata, los cuales, sin más prolegómeno, paso a detallar:

El quiebranuca:
La persona cultora de este estilo se queda dormida en forma más o menos erguida. Entonces, la cabeza empieza a desplegar un movimiento oscilatorio, hacia delante y hacia atrás. El vaivén se torna cada vez más pronunciado, hasta que la cabeza, impulsada por su propio peso, se desploma violentamente hacia la espalda del individuo como queriendo despegarse de su portador, quién reacciona ante el sacudón despertándose levemente. El individuo yergue momentáneamente el rebelde miembro y vuelve a caer en brazos de Morfeo, reiniciando así el proceso.



El centroforward
Quienes conocen algo de fútbol saben que el centroforward (modernamente conocido como centrodelantero o nueve) es el cabeceador más avezado del equipo. Un buen nueve es el encargado de cabecear todo lo que le arrojen al área, ya sean centros, pases de emboquillada o lavarropas automáticos.
El centroforward pernoctador tiene un estilo similar al quiebranuca, pero en aquél el movimiento oscilatorio de la cabeza es sólo para adelante. De esta forma, se lo puede observar ejecutando una seguidilla interminable de cabezazos, tan vehemente, que provocarían la vergüenza del mismísimo pelado Silva.


El “clase ejecutivo”
Antes de explicar este estilo cabe efectuar una descripción gráfica:
Los nuevos asientos del Roca son de un plástico tan duro como un gallego aprendiendo álgebra. Se dice que los mismos fueron diseñados respondiendo a un modelo anatómico standard; al parecer se basaron en la anatomía del Hombre Elefante, por lo cual, resultan tan cómodos como la cama de un fakir.
Debido a dicha “comodidad”, el cultor del estilo “clase ejecutivo” es el individuo que una vez dormido, buscando infructuosamente acomodarse, comienza a deslizarse hacia abajo, adoptando una posición casi horizontal. De esta forma, el individuo queda despatarrado y convertido en la hipotenusa de un perfecto triángulo rectángulo. El nervio ciático, por demás “agradecido”.



El mimoso
Producto tal vez de una niñez carente de afectos, el espécimen en cuestión es quién, sumergido en los abismos del sueño, se vuelca hacia un costado quedando su cabeza apoyada en el hombro del que está al lado.
A veces se genera una simpática situación cuando ambos sujetos duermen practicando el estilo mimoso, es decir, apoyando una cabeza sobre otra. La imagen es ideal para proveerse de un singular salvapantallas.

El yoyo salival
Estilo casi lúdico. El individuo duerme con la cabeza inclinada hacia delante. Producto acaso de una deficiente respiración (generalmente en fumadores), la boca comienza a segregar hilos de baba. El hilo brota y, por efecto de la gravedad, desciende unos pocos centímetros, o varios (depende del caudal de líquido), para luego volver a esconderse entre los labios del dormilón, y así sucesivamente.

La zarigüeya (muerte súbita)  

La zarigüeya es un mamífero a quien la naturaleza proveyó de una rara habilidad: ante un peligro inminente (generalmente por la presencia de un depredador) el bicho de marras finge estar muerto, adoptando un estado cadavérico tan convincente que hasta las funciones vitales merman, emitiendo incluso un hedor tan pestilente que desanima hasta a la más famélica de las fieras.
En nuestro caso, el dormilón denominado “la zarigüeya” es aquel quien ante la presencia de una mujer embarazada, o de una persona inválida, o de un anciano, o de alguien con un bebé en brazos,ante el peligro de tener que ceder su asiento, cae en trance onírico en forma automática, exagerando su condición de dormido al punto de que parece haber sufrido un ataque de catalepsia.

El sapo
Netamente lúdico. Este es el sujeto que duerme con la cabeza mirando al techo y con la boca abierta de par en par. Es tan tentador que apenas se controlan las ganas de probar suerte arrojándole unas monedas a esa verdadera buchaca de carne.

Estoy seguro de que existen varios estilos más que podrían agregarse a esta lista.
El único que se me ocurre, tal vez el más pintoresco, es el que he dado en llamar “la hamaca paraguaya”, que consiste en el sujeto durmiendo plácidamente en el portaequipaje volado sobre los asientos.

Si alguien de vosotros quiere aportar más datos a este estudio se agradece enviarlos a casilla de correo “lindokoyote”, apartado “678”.
Si no respondo es porque aún estoy viajando.
Buenas tardes.

1 comentario:

  1. Jajajaja sos un genio daniel no sabía que tenías blog. Me hiciste reír mucho como en clase del iser.

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