“Si llevás tu destino escrito en la frente, no lo dudes: Sos un Bondi”
(Sarl Kagan)
En
su famoso best seller “Es lo que hay”, el eximio especialista en
ciencias ocultas, profesor Sarl Kagan, alude a la predestinación de las
personas; sostiene allí la teoría de que cada individuo tiene su destino
fijado de antemano, como el guión de una obra teatral.
Sarl
Kagan, o Tzar Kagán (como se lo conocía en ciertos ámbitos
universitarios), recuerda el caso del protestante Juan Calvino, quién
fue declarado hereje por la Iglesia Católica por dedicarse a la
enseñanza de la predestinación y por hacerle morisquetas al Papa cuando
éste daba un sermón.
Kagan, o Kagán, expresa en un párrafo del mencionado libro:
“Si
eres pobre y feo, no hay que ser adivino para saber qué te depara la
vida..Ahora, la cosa se complica cuando se trata de destinos más
sutiles; no obstante, yo creo que todos se pueden descifrar….la pregunta
es cómo o a quién hay que sobornar para saberlo?”
Sarl
Kagan (o Tzar Kagán), Llega a la turbia conclusión precedente después de
interminables horas de profundas investigaciones, levantando
testimonios en los piringundines del centro, donde gastó gran parte de
los fondos provistos por la Universidad.
En medio de un fárrago de
testificaciones de dudosa credibilidad, Kagan (o Kagán), hace alusión
al extraño caso de un personaje llamado Gabriel Nitales.
“Nitales”,
dice Kagan (o Kagán), “era un escritor y guionista de poca monta. Un
trabajador de oficio mediocre, mal pago y de pocas luces. Pero lo
trascendental de su obra fue el hecho de que lo que escribía le
acontecía luego a personas de la vida real. Cada hecho narrado en la
ficción, indefectiblemente le sucedía a alguien.
Nitales no tenía
control sobre este fenómeno, es decir, las personas a quienes le
acontecían los sucesos brotados de la imaginación del autor, eran
elegidos por designios del azar o por un raro mecanismo de selección
supra humano.
Tomá mate!”, agrega, como para darle vehemencia a su discurso.
“Vamos a tomar” prosigue Kagan (o Kagán) “como ejemplo, tres relatos de la modesta obra de: Nitales:
Primero,
en el relato corto “Por quién doblan las esquinas”, Nitales narra la
historia de un hombre que es atropellado por un micro de larga
distancia. El infausto golpe hace que el protagonista quede estampado en
el frente del vehículo, recorriendo así gran parte del país, viviendo
aventuras de distinto tenor.
Ahora, nos remitimos al
diario Crónica del 20 de enero de 2005., en la página 16, el título
reza: “Sujeto es atropellado en Almagro y viaja hasta Bariloche
enganchado del paragolpes de un Chevallier.. Lo encarcelan por viajar de
polizón”
Segundo caso: “El pez por Barracas muere”,
describe las peripecias de un señor que durante una noche de lluvia, es
tragado por una boca de tormenta y arrastrado por la corriente río
adentro. La fortuna quiere que un pescador lo salve con su caña,
sacándolo hasta la orilla con carnada para pejerreyes.
Diario
La Razón, del 11 de abril del 2008, página 7: “En medio de un concurso,
pescador rescata a persona. Luego, ambos se trenzan en feroz pelea.
Como ganaron el Pescador y presa se disputaban el primer premio
otorgado. El caso irá a tribunales”
Tercera y última prueba: “Ico, el caballito caliente”
Es la historia de un pony en celo que termina vejando impiadosamente a su dueño.
Diario La Sanata, de Coronel Dorrego: “Zoilo Rufino es sodomizado por potro alzado”
“Qué me cuentan?”, fue la reflexión final de Kagan (o Kagán).
Estos
testimonios bastaron para convencer al doctor Kagan (o Kagán) de que el
destino de las personas está prefijado y que manos anónimas urden
inconcientemente el desarrollo de la vida de las personas y que hagas lo
que hagas, éste es invariable.
Por desgracia, el eminente
doctor no pudo concluir con sus investigaciones. Lo echaron de la
universidad cuando se dieron que en realidad Sarl Kagan y Tzar Kagán
eran el mismo sujeto cobrando descaradamente dos sueldos.
Sin embargo, el inconveniente no amilanó a Kagan, quién estaba absolutamente convencido de su teoría
Emperrado
febrilmente en demostrar la validez de sus convicciones para
restregárselas en la cara a los engreídos de la sociedad científica,
Kagan decide ir a fondo y hacer una prueba cabal, persuadido de que el
destino está escrito y que haga lo que haga, nada podría cambiarlo. Una
tarde de sábado, durante un partido de fútbol, el osado investigador se
adentró en la multitudinaria tribuna de Nueva Chicago portando una
bandera de Platense, al grito de “Calamar soy señores!”
Cuentan
testigos, que lo encontraron dos días después plantado cabeza abajo en
el cantero de un edificio de la avenida Directorio.
Tal vez, ese percance también estaba escrito.
Dejo
para el final una frase de este fundamental e injustamente ignorado
pensador, que pinta cabalmente su pensamiento filosófico. En su libro
intimista “Consejos a mi abuelo”, él dice: “Tu destino es una
inalcanzable zanahoria……No te ofendas! Que no te estoy llamando burro!”
Muyyyyy Bueno....
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