miércoles, 26 de septiembre de 2012

Dios es un guionista retorcido (2da parte)

“Si el mundo es una ilusión, por qué me duelen los juanetes entonces?”
(Mi tía Inés)
Qué harían ustedes si tuvieran en sus manos la posibilidad de conducir el destino de las personas?
No me refiero a manejar un micro o a hacerse concejal de algún municipio.
Yo digo, si poseyeran la habilidad de escribir situaciones que se puedan estampar luego en la vida real.
Si yo narrase, por ejemplo, que a un tipo lo mordió una tortuga con rabia, o que a otro su esposa lo apuñaló con un pepino, y tales hechos le ocurren luego a Juan Perez o a Fulanito de Tal, estaría a cargo de un poder inmenso, y, asimismo, de una gran responsabilidad.
El escritor Gabriel Nitales poseía ese don; y por lo que se expondrá a continuación, se sabe que no es el único con esa extraña capacidad.
El nombre de Nitales se desliza en una de las múltiples investigaciones del prestigioso científico Sarl Kagan.
Éste hace un análisis de los escritos de Nitales, comparando diversas noticias de diferentes periódicos del país con los escritos de Nitales. Los primeros parecen calcados de las ficciones de aquél.
Lamentablemente, Kagan no pudo profundizar en el tema y sus estudios quedaron inconclusos:
Acuciado por las deudas, la necesidad de conseguir divisas llevó a Kagan a dejar de lado sus investigaciones para ejercer actividades sitas al borde de la ilegalidad. Involucrado en el negocio del contrabando, Kagan ideó un plan que consistía en contrabandear espirales para mosquitos, disimulados dentro de panes de cocaína.
Si bien la idea era brillante, las cosas no salieron como pretendía: La mala suerte quiso que por error el cargamento fuese desviado a Alaska. La mercadería terminó en manos de esquimales que confeccionaron coquetos iglúes con ladrillos de cocaína: y, a falta de mosquitos, los espirales les resultaron eficaces para ahuyentar a los osos polares.
Llevado por la curiosidad y porque era domingo y nada tenía para hacer, me dispuse a emprender una exhaustiva búsqueda y a averiguar más datos del interesante caso de Gabriel Nitales.
Cinco minutos después (gracias al Google) encontré un texto, que a mi parecer revela una realidad que, de ser cierta, echaría por tierra todas las creencias que sostienen hoy a nuestra cultura de occidente (es decir, de Medrano para acá).
El escrito es una rara e interesante confesión del mismísimo Nitales.
Y dice:
“Una mañana, mientras dormía, alguien golpeó a mi puerta. Si bien tengo el sueño pesado, me resultó difícil respirar con el peso de la puerta encima, así que me desperté.
Dos hombres irrumpieron en mi cuarto.
Mi primer impulso fue agradecerles, pues me habían rescatado de una de mis pesadillas recurrentes. Ésta vez, soñaba con Lita de Lazzari, quién sentada al borde de mi cama repetía sin parar: “No camine más, no camine más!”, mientras me aserraba las piernas con un serrucho zapallero.
“Es usted Joseph k?”, inquirió uno de los sujetos; el otro, le cuchicheó algo al oído y éste se rectificó rápidamente:
“Ah, cierto, ese es a quién detuvimos ayer. Es usted Gabriel Nitales?”, preguntó.
Los tipos murmuraron entre ellos y estallaron en estruendosas carcajadas. Así estuvieron un buen rato. Cuando el concierto de risotadas insinuaba mermar, volvían a la carga en andanadas tan intensas que parecían llegar al paroxismo.
“Disculpe usted…”, dijo uno por fin, secándose las lágrimas con un pañuelo. “Es que……Gabriel Nitales se llama, verdad?”
Yo asentí, enmudecido.
“Gabriel Nitales”, recitó. “G. Nitales……..genitales!”, exclamó y volvieron ambos a sumergirse en una orgía de risotadas histéricas.
“Disculpen, señores”, interrumpí. “Podrían decirme quienes son ustedes y explicarme el motivo de su intromisión?”
“Si si, disculpe usted. Policía”, dijo secamente. “Yo soy el inspector Mantegasa de la comisaría tercera. Él es mi ayudante, el cabo Soria.. Venimos a solicitarle que nos acompañe hasta la seccional. Necesitamos aclarar unos detalles sobre unos casos que estamos investigando”
“Sección”, corregí instintivamente.
“Cómo dice?”, preguntó el sujeto.
“Que la palabra seccional no existe, es un neologismo. En realidad se dice sección. Disculpe usted, pero tengo una especie de fobia con las palabras mal utilizadas”
“Además”, agregué, “debe existir algún error. Yo no tengo conocimiento de ningún hecho policial ni por asomo. Ustedes deben estar buscando a otra persona.”
“Por favor, vístase”, dijo el sujeto, imperativamente.
“Yo no tendría inconveniente en acompañarlos, el tema es que primero deben permitirme que haga mi desayuno, porque es vital para mi precaria salud. Sufro de desmayos espontáneos y si no bebo el jugo de catorce naranjas exprimidas con……”
“Vístase”, interrumpió tajante Mantegasa
Cuando salí de la cama, los tipos volvieron a prorrumpir en risas al ver mis calzoncillos boxer blancos salpicado con miles de caritas de Ane Kruegel.
“Qué!”, exclamé ofendido. “Los compré de oferta en Miami”
Al menos logré convencerlos de que era de suma importancia hacer mi ejercicio matinal, así que fuimos trotando las dieciséis cuadras que separan mi casa de la comisaría tercera.
Luego de ducharnos los tres, me llevaron al cuarto de interrogatorios..
“Podría decirnos a qué se dedica señor Nitales?, fue la primera pregunta.
“Soy escritor”
“Ja! Claro! E-le-men-tal, diría yo”, profirió Mantegasa”
A continuación, Nitales refiere que el inspector le expone una carpeta con varias hojas impresas y otra, con recortes de distintos periódicos.
Sumido en absoluta incertidumbre, Nitales escucha una increíble explicación: En una de las carpetas estaban impresos algunos de sus relatos. Cada hecho de ficción narrado correspondía a otro, contado en los recortes como noticias reales.
“Por lo que deducimos”, dijo Mantegasa, “usted escribió cada relato antes de que ocurrieran los hechos. A ver: Un tipo viaja dos mil kilómetros pegado al frente de un autobús: otro, es rescatado del río por un pescador: a otro, lo somete sexualmente su pony, enloquecido de lujuria. Sigo?”
El caso más increíble, por la similitud con la realidad es el narrado en el cuento “El amor en los tiempos del Corega”. Allí, Nitales narra la historia de un señor octogenario que muere a causa de una sobredosis de Viagra. También, describe las peripecias de sus parientes para velarlo y sepultarlo, dado que el aparato viril del anciano se mantuvo implacablemente erguido aún después de fallecido. Ante la negativa de los empleados de la funeraria de enderezárselo por la fuerza, hubo que inventar un ataúd que albergase al porfiado miembro. Después de diversas ideas, optaron por taladrar un agujero en la tapa y disimular el impertinente detalle con un tocado de violetas..
El diario La posta, de Cabildo, en su portada del 20 de febrero de 2003, dice: “Estrenan en funeral un nuevo modelo de ataúd con manija extra”
Las similitudes eran increíbles. Nitales cotejaba los datos de ambas carpetas y no podía salir de su asombro. Los nombres y los lugares diferían, pero los hechos eran los mismos.
“Esto es……maravilloso”, exclamó por fin. “No se dan cuenta? La teoría de Platón es cierta! Esto es la prueba de que hay dos mundos paralelos: uno sensible, el que podemos ver, y otro inteligible, el de las ideas. Todo está manejado y previsto….la realidad está planeada de antemano”
“Dígame Nitales, cómo lo hace?” interrumpió el inspector, “Su exacerbada imaginación lo enloqueció y terminó plasmando sus fantasías en la realidad, no? Lo suyo es de una perversión inaudita. Vamos, confiese; le conviene. Sabe lo que le hacen en la cárcel a tipos como usted? Le lavan los calzoncillos sin suavizante; no hay televisión por cable; y lo más espantoso: Todos los días sirven zapallos en almíbar de postre”
“Además”, siguió el inspector, amenazante, “va a ser objeto de eternas burlas, ni bien atraviese las puertas del penal: “Genitales, genitales, genitales!”
“No!”, estalló Nitales. “No bien! se dice….ni bien está mal dicho! Es un barbarismo. No puede hablar como corresponde? Y exijo que venga mi abogado”
Cuenta Nitales que los dos policías se retiraron a una habitación contigua; como dejaron la puerta abierta, él pudo escuchar su conversación:
“Ya lo tenemos ablandado. Hasta le sacamos el nombre de un cómplice. Soria, averigüe lo que pueda de ese tal Platón, a ver si tiene antecedentes. Indague también si ese mundo inteligible que mencionó pertenece a nuestro territorio o es jurisdicción de la provincia”
Un par de horas después, Nitales ya estaba en la calle, volviendo a su casa. Su abogado, el doctor Burlete, había acudido a sacarlo. Quien se tuvo que quedar detenido fue el mismo Burlete, pues al parecer debía conmutar pena por una multa impaga impuesta por organizar corridas de toros en su piecita de pensión en Once.
Nitales estaba azorado por la fabulosa verdad que había conocido. Absorto se miraba las manos conmovido por la idea de saber que éstas tejían la vida de seres anónimos. Sintió temor, y un escalofrío que le recorrió la espalda.
Ya en su casa, encontró un misterioso mensaje de correo electrónico:
“Usted ya sabe. Usted ahora es parte de nuestra elite. Si posee la valentía de llegar al fondo de la verdad, lo esperamos. Nuestra sociedad es tan secreta, que deberá seguir algunas pistas para llegar hasta nosotros. Para conocer cosas que jamás hubiera concebido, traiga su mente abierta……y empanadas para picar algo. Con docena y media alcanza.
Firmado: La cofradía de la calle Vidt 1385”
“Desbordado por la angustia”, cuenta Nitales, “una nueva pesadilla se sumó a mis ya clásicas recurrentes: Soñé que Mantegasa y Soria irrumpían en mi cuarto y me torturaban Con una pincita de depilar intentaban arrancarme los pelos de la nariz. Yo lograba liberarme de mis captores que me corrían en círculos alrededor de la habitación.
“-Soria, informe si la circunferencia tiene fin”
“-Lamento decirle inspector que los círculos son infinitos. Además, el sujeto es quien corre ahora detrás de nosotros”
“No! Rajemos!”
“En Vidt 1385 se hallaba un edificio lúgubre y oscuro; al parecer se trataba de una fábrica abandonada. Cuando me adentré a un inmenso galpón, se reveló ante mí una verdad espeluznante: todo el recinto estaba iluminado con luz incandescente. No usaban lámparas de bajo consumo!”
“Había en el lugar un grupo de personas. Más que una cofradía daban la impresión de ser un hato de atorrantes.
Entre vino y empanadas, alguien me descerrajó una pregunta:
-Usted cree en Dios, Nitales?
-Creo en un Dios caprichoso e incompetente, respondí sin mucha convicción.
-Nosotros, pasamos casi toda una noche debatiendo. Como se hizo tarde y nos teníamos que ir, llegamos a la siguiente conclusión: Dios, indefectiblemente, tiene que ser un artista. Para consumar este mundo; para imaginar y crear el universo, a las personas y a Viviana Canosa, a quién se le ocurriría si no a un artista? Ahora bien, qué clase de artista es Dios? Un músico? Es poco probable. Si no, estarían zumbándonos los oídos todo el tiempo. Dios es un pintor acaso? Y donde irían a parar tantos restos de pintura y pomos usados? Así, llegamos a la terminante conclusión de que Dios, el Hacedor de todas las cosas, es escritor. Si, Él es un guionista, como usted y como yo. Un formidable escritor, tan prolífico, con una obra tan abundante casi como la de Tolstoi.
El tema es que con el correr de los tiempos, el Hombre se aburguesó y decidió delegar parte de su obra divina a empleados anónimos, es decir, a nosotros. Además, usted sabe que el oficio de guionista está tan mal pago, que obliga que uno se dedique a otras actividades.
Por lo tanto, el destino de cada uno de nosotros, el suyo, el de todos, está siendo escrito por algún otro desconocido Nosotros, los de la cofradía, tenemos la ventaja de saber cómo funciona la cosa”.
“Y, qué hacen al respecto?”, pregunté
“Nada. Simplemente escribimos. Y nos reunimos como gente que tiene un saber en común y se junta para no hacer nada, igual que en Facebook”
“Esa noche en mi casa, cavilé tanto hasta el aturdimiento; hasta olvidé de darle de comer al gato. El pobre bicho me lo recordó paseándose en dos patas y aplaudiendo.
Al final, llegué a la conclusión de que todo este tema me importaba un bledo. Que en verdad me resultaba indiferente lo que pudiera pasarle a cualquier desconocido y que si el destino estaba regido por ideas de otros, nada se podía hacer al respecto
Decidí olvidarme del asunto y esa misma noche volví a la más erótica de mis pesadillas recurrentes: Soñé que Lilita se me abalanzaba desnuda gritando: “A pulverizar caderas!”
Yo, aterrorizado, me enroscaba en la cabecera de mi cama, mientras que ella poniendose en cuatro patas decía: “Dale! Montame, que soy tu Legnano todo terreno!”
Lo peor estaba por venir.
(Continuará)


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